Bolsas orgánicas para abonar un futuro sustentable

Tras cuatro décadas de trayectoria, Papeleno pasó de vender papel higiénico y rollos de cocina a convertirse en productores líder de bolsas compostables a base de almidón de maíz. Una estrategia que le permitió posicionarse en el mercado con un compromiso teñido por la coyuntura ambiental. Hoy fabrican a marcas de primera línea dentro y fuera del país, y tienen en marcha una nueva planta recicladora de diversos materiales que fomenta la economía circular.

Todo comenzó en 1980 cuando los hermanos Daniel y Hugo Nicolino de la ciudad de Laboulaye, adquieren la primera bobinadora para hacer rollos de papel higiénico y de cocina. Habían experimentado en diversos rubros, y en este último comenzaron a expandirse. Luego, con los años compraron la primera extrusora y se metieron de lleno en el mundo del plástico con la fabricación de bolsas de este material, dando origen a Papeleno, por unión de las palabras papel y polietileno.

Pero luego el escenario comercial fue cambiando, junto a las exigencias de algunos municipios que restringían el uso de bolsas plásticas en pos del ambiente. “Hace 15 años se hicieron las primeras pruebas con materiales biobasados de almidón de maíz”, explicó Federico Nicolino, hijo de uno de los fundadores e integrante del equipo de trabajo. En esta línea destacó que las ventajas de este material, además de no tener impacto sobre el ambiente, eran “sus propiedades mecánicas y la relación costo beneficio” lo que permitieron utilizarlo en una combinación con aceites vegetales, produciendo bolsas biodegradables 100 por ciento compostables.

A diferencia del plástico convencional que se degrada en 200 años, este polímero vegetal se degrada en cinco o seis meses al ser compostado, o en un año al aire libre, con lo cual su impacto en el entorno natural es nulo, e incluso podría utilizarse para realizar recolección diferenciada de residuos.

“Era una forma de trabajo distinta al plástico tradicional hasta que hace unos seis años lo que era un mercado de nicho se convirtió en un mercado masivo”, indicó Federico. Actualmente las bolsas orgánicas se venden en todo el país y se exportan a Chile, Paraguay y Uruguay.

Actualmente la firma cuenta con una planta ubicada en un espacio de 7.000 metros cuadrados dentro del Parque Industrial de Laboulaye. Allí instalaron maquinaria de última tecnología como también desarrollaron una recicladora, que trabaja exclusivamente con materiales recuperados. “Somos la empresa que mayor cantidad de envases fitosanitarios procesa en la provincia y estamos cuartos a nivel país”, destacó Nicolino.

Este material plástico recuperado luego es empleado en la fabricación de cañerías de cloacas. Además, la firma recicla “los desechos de silo bolsa, materiales de posconsumo de la industria supermercadista y autopartistas”, señaló Federico, “procesando casi 250 toneladas mensuales de estos materiales; dando lugar a un circuito de economía circular.

Si bien con el tiempo han surgido otros actores que replican este diseño, todos responden a un objetivo similar: cambiar la cultura de consumo de plásticos por elementos más amigables con el ambiente. Un norte que encontró su origen en el sur de la provincia, para seguir embolsando las raíces de un futuro sustentable.