Con la música a otra parte

Jeremías Sergiani Velázquez, tiene 32 años vive en Manhattan, New York. Es violinista y trabaja como solista de segundo violín del Metropolitan Opera New York. Nació en Córdoba Capital. A los 18 años se fue del país a cursar estudios en el Conservatorio de Música de Nueva Inglaterra en Bostón, donde estuvo cuatro años. Y fue el lugar en donde conoció a su esposa Keiry.

Al terminar hizo un master en Juilliard School. Y luego un pos master en Manhattan School. Al tiempo comenzó a audicionar. “La carrera es muy competitiva y lleva mucho tiempo preparase y capacitarse. En cada audición éramos como 300 músicos y de los mejores. Tengo el orgullo de hacer lo que hago”.

Ganó una audición y a fines de 2019 logró el puesto que actualmente ocupa. En su trabajo lidera la sesión de segundos violines en la orquesta. “Es un trabajo que me gusta mucho”. 

Estudió violín desde los 3 años con Fabricio Valvasori quien fue su maestro y la influencia más importante que tuvo hasta los 14 años. Luego tomó clases en Buenos Aires y a los 18 años audicionó para estudiar en Boston y a través de una beca que obtuvo se mudó. “Fue un esfuerzo económico de la familia y estoy agradecido eternamente por eso. Mis padres me dieron hasta lo que no tenían y toda mi familia me apoyó”.

Cuenta que desde chico quiso irse del país para estudiar. A los 14 años rindió libre lo que quedaba del secundario y dedicó todo su tiempo a estudiar y practicar. “Me di cuenta que lo que quería era perfeccionarme afuera, estudiar en una escuela con un nivel alto para acceder a mi máximo potencial”.

Hace 14 años que está viviendo en los Estados Unidos, “al principio fue difícil pero ya estoy acostumbrado. De golpe estaba en otra ciudad con otro idioma y otra cultura. Me adapté rápidamente. Estas escuelas de música tienen gente de distintas partes del mundo, situación que ayuda a adecuarse. Veníamos de culturas diferentes pero teníamos algo en común: la música. Hice uno de mis mejores amigos en la escuela y conocí a mi esposa”.

La pandemia fue como un señalador en mi vida porque no hubo conciertos ni eventos musicales. Fue la primera vez que paré la pelota. Y ese periodo acomodó mis valores, mi sentido, mis prioridades que hasta entonces eran solo el violín. Siento que fue lo mejor que me pasó y me cambió, paradójicamente me hizo un mejor músico, pero principalmente me abrió la cabeza y me hizo mejor persona y maduró profesionalmente.

Las diferencias con Argentina son muchas. Aquí un salario mensual por familia es de seis mil dólares aproximadamente. Hay que tener en cuenta que no hay universidades gratis. Si bien la gente gana bien, el costo de salud y universidades es alto.

Los asalariados menos pagos no tienen vacaciones. Algunos tienen solo algún día festivo. Pero no hay una ley que obligue a otorgar vacaciones ni licencias por maternidad ni paternidad. La infraestructura es pobre comparada con otros países. En todos lados necesitas autos para movilizarte. En New York no hay un buen sistema de transporte público y el tráfico es un problema.
Lo que sí, al ser el dólar una moneda fuerte, incluso cuando hay inflación no es lo mismo, los precios son constantes.

Poco se conoce de Argentina: Messi, el tango, la carne, el vino y algunos están al tanto de la inflación. El sueño americano es para algunos. Es para quienes puedan afrontar los gastos. En este país hay cosas increíbles, universidades de lo más alto y centros de investigaciones, pero el sueño de estar en eso es solo para quienes lo puedan afrontar. La movilidad social aquí es la excepción.