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Con sello familiar

La Marchesina cumple 25 años. Una marca registrada en hormigón elaborado en la provincia de Córdoba. Tiene además el sello de una empresa familiar en su segunda generación, basada en la visión de sus fundadores, y que proyecta la tercera generación para las próximas décadas.

Revista Claves dialogó con los responsables de la firma. César, Marcelo y Graciana Berardo. Hablar de La Marchesina es sinónimo de la familia Berardo. De aquella arenera a esta importante empresa que se diversifica y sueña con dar un nuevo salto en el mercado.

“Nosotros respiramos hormigón elaborado. Pero ahora el desafío es transformarnos en una empresa de servicios para la construcción, un concepto mucho más amplio. No es un paso fácil, aunque estamos trabajando en eso”, afirma César.

El valor de la familia unida, trabajadora y solidaria está presente en sus palabras con una fuerte impronta. El secreto del éxito empresarial y la vigencia de tantos años están en el mensaje que sus padres sembraron en sus hijos y que hoy cosechan con sabiduría y amor.

“Como hermanos, por aquello que nos transmitieron nuestros padres, Dora y Hugo, tenemos una fuerte cultura del trabajo. Con esa idea ahora se incorporaron nuestras parejas Cecilia, Agustina y Marcos, también mi cuñado Julio. El mayor desafío es hacer que una empresa familiar, en segunda generación, trascienda en tercera generación”, explica César.

“Quiero hacerle un homenaje a mi madre. Los tres tenemos el valor de la familia, el trabajo. Mi viejo siempre brilló. La familia es todo. Ella sembró el valor de estar siempre juntos, de querernos, aunque seamos diferentes”, dice Graciana.

“Sin el aporte de todos no hubiésemos podido construir una empresa grande como hoy lo es. Muchas veces es valioso ser exitoso, tener una empresa, pero es importante también el tiempo que le dedicamos. Es más fácil entre todos. Fue el mandato de mi papá: si están unidos todo va ser más sencillo y productivo”, agrega Marcelo.

Ese mandato de trabajo y dedicación, emociona. César se quiebra al hablar de sus padres. Los hacedores de una historia que lleva décadas.

“Fue un mandato sin escribirlo en ningún lado, sin haber hecho ningún protocolo. Con una mirada nomás. Ese precepto es muy fuerte”, expresa. “Cuando empezamos a trabajar con Graciana nunca se nos ocurrió hacer algo que no incluya a Marcelo, que estaba en su mundo, que era el fútbol. En un momento me llamó y me dijo ‘no quiero jugar más’. Bueno, ‘venite a la empresa’, le respondí y así empezó”.

César cuenta además que en la familia “siempre hay diferencias”, pero aclara que son “de forma y no de fondo”. “En realidad todos sabemos lo que queremos. Venir, trabajar, preocuparnos, a veces nos pasamos de vuelta trabajando. Es un mandato tan fuerte que generó este vínculo entre nosotros. Ahora el gran desafío es que trascienda esta generación porque tenemos niños de diferentes edades”.

Graciana recuerda el lema de vida de su padre: “no vence”. Es decir, nada vence. Todo se puede lograr. El resultado de tantos años de trabajo está a la vista. “Hoy tenemos plantas hormigoneras, muchos camiones en las calles, una cantera de piedra. El arranque fue dificilísimo porque mi viejo no tenía nada. Arrancó con un guinche para sacar arena desarmada, la armó él”, lo resume Marcelo.

En este marco, César explica que “siempre tratamos de ir para adelante y sumando cosas nuevas”. Adaptarse y no discutir el modelo económico del momento. Solo trabajar, progresar y crecer. “Hoy podemos decir que lo más importante de La Marchesina es su capital humano, tanto sus trabajadores como nuestros clientes”.

“Con el paso de los años la empresa sumó valor agregado. Teníamos canteras de arena, luego incorporamos chasis y acoplados; después vendíamos piedras; y en 1999 agregamos la primera planta de hormigón elaborado de Villa María y una de las primeras del interior de la provincia. Pero no nos quedamos. Por eso sumamos la cantera de piedra. Es decir, nosotros vendemos hormigón elaborado que tiene arena y piedra que la producimos nosotros y con fletes propios. Lo único que compramos es cemento en planta”.

La firma se expandió por toda la región, primero, y luego por la provincia. La casa central está Villa María, pero con sedes en diferentes localidades.

“Hormigón elaborado solo había en las grandes ciudades y entonces empezó la necesidad -narra César-. Nos llamaban, por ejemplo, de General Deheza o General Cabrera para llevar hormigón elaborado y había mucha distancia. Así que la instalamos en la zona. Lo mismo con Chazón, Las Varillas, Oncativo y otras ciudades. Dimos un salto importante cuando fuimos a Carlos Paz.

Luego compramos un terreno en Córdoba y pusimos la planta, además de Jesús María. El hormigón elaborado tiene un radio de 50 o 60 kilómetros. Siempre tratamos de cuidar al cliente y brindar el mejor servicio”.

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