La Economía del Reciclado: la regla de las tres “R”

El cuidado del entorno natural y la preservación de los recursos naturales, tan esenciales para la vida del ser humano, han pasado a ser una preocupación en la actualidad mucho mayor de lo que fue en los comienzo del tratamiento del cuidado del medio ambiente, allá por el fin de los años sesenta y principio de los setenta, con el reconocimiento mundial del Club de Roma.

Desde hace unos años, tanto las personas como las empresas y todas las instituciones (públicas y privadas) han comenzado a comprender la importancia de conseguir que la actividad, el consumo y la producción sean más amigables con el medio ambiente. Es nuestro planeta y es el único que tenemos, por eso es necesario cuidarlo.

Por lo tanto, los habitantes deben entender que cuidar el ambiente, junto a sus recursos, es de suma importancia porque además de no contaminar conseguimos reducir el despilfarro económico y, fundamentalmente, ahorrar dinero. Esto genera ganancias importantes, tanto monetariamente como para la mitigación de la contaminación.

Gracias a la mundialización del cuidado del ambiente, se han popularizado varios conceptos “verdes”, como sustentabilidad o reciclaje. Hoy, vamos hablar de reciclaje.

Si bien desde hace un tiempo se ha convertido en una concepción que es utilizada regularmente para definir o designar un torbellino de acciones que generen un cierto beneficio ecológico o ambiental; fue gracias a la Organización Internacional Greenpeace que ha dado un sentido más concreto en base a la regla de las tres “R”: Reducir, Reutilizar y Reciclar. Es por ello que, ahora, no solo es necesario ahorrar o separar los residuos generados para el reciclaje, sino que además es fundamental combinar los tres para conseguir un verdadero cambio en el cuidado del ambiente.

En este caso, reducir es la primera acción que se refiere específicamente al ahorro de recursos, como forma de disminuir la contaminación. Significa que cuando disminuimos el uso indiscriminado de energía eléctrica, gas, combustibles fósiles, agua, papel, etc. conseguimos reducir el impacto sobre el ambiente, mitigando los efectos negativos sobre el planeta.

Ahora bien, económicamente hablando, también resulta muy provechoso para el ahorro de dinero, pues al consumir menos cantidad (de electricidad, gas, agua, etc.) conseguimos disminuir nuestras facturas a futuro, ahorrando un buen porcentaje mensual.

Luego, la segunda acción esencial es reutilizar; que también es de vital importancia para el cuidado planetario del ambiente. Se refiere, en este caso, a usar un mismo objeto todas las veces que sea posible, o bien darle un nuevo uso para no desecharlo y, así, evitar generar nuevos desperdicios.

En este caso, el ejemplo más reconocido y que es utilizado regularmente, se trata de la reutilización de las hojas de oficina. Por ejemplo, se suelen guardan aquellas que ya no se necesitan para después volver a usarlas escribiendo en el dorso. Esto, además de ahorrar dinero en gastos indebidos de papel, también a gran escala, ayuda a prevenir la deforestación mundial. 

Finalmente, la tercera acción es la conocida reciclar, que consiste en fabricar nuevos productos a partir de material desechado, que comúnmente va a parar al basurero. Este proceso se lleva a cabo de manera industrial, aunque generalmente puede ser trabajado artesanalmente. Todos, de una u otra manera, pueden participar en el reciclaje a través de la clasificación de los residuos cotidianos, para que sea más fácil la identificación de los desechos y, de esta manera, pueden ser llevados a centros especializados en algunos de los productos reciclados.

La economía del reciclaje se trata de eso, de evitar continuar contaminando nuestro planeta, que es finito y precioso. Porque, al evitar la generación de residuos, a través de la regla de las tres “R”, las personas se dan cuenta de los efectos positivos en el cuidado del ambiente, pero también en el ahorro de su presupuesto mensual. 

Nicolás Pepicelli