La Inteligencia Artificial contra el cambio climático: ¿Viabilidad o adversidad?

Mientras que la crisis climática avanza, la humanidad sigue en la búsqueda de soluciones efectivas para mitigar las consecuencias negativas de este fenómeno. De allí que la Inteligencia Artificial (IA) comienza a posicionarse como una herramienta versátil para el desarrollo sostenible.

La aplicación de IA en el cuidado del planeta ofrece la capacidad de transformar todos los sectores para satisfacer las necesidades actuales sin comprometer a las generaciones futuras.

Un estudio publicado en Nature revela que la Inteligencia Artificial podría facilitar el cumplimiento del 79% de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y hasta el 93% si consideramos solo los ODS medioambientales.

Uno de los aportes que brinda la IA es la mejora en los modelos de predicción climática; al procesar enormes cantidades de datos meteorológicos en tiempo real. Esto permite prever con mayor precisión los patrones climáticos y fenómenos extremos.

Mediante el análisis de datos satelitales y sensores terrestres, la IA puede detectar señales tempranas de desastres naturales como incendios forestales, terremotos e inundaciones, permitiendo una respuesta rápida y eficaz. En Argentina, el proyecto Prevenir (Pronóstico y Alerta de Eventos de Inundaciones Repentinas) busca desarrollar un sistema de alerta temprana de inundaciones urbanas, para dos cuencas densamente pobladas y vulnerables a estos eventos: la cuenca del río Suquía en Córdoba y la cuenca Sarandí-Santo Domingo en Buenos Aires.

Otra aplicación de la IA es en la optimización del consumo energético en edificios y ciudades inteligentes, ajustando automáticamente la iluminación, calefacción y refrigeración según las necesidades reales. Así también puede aplicarse en la movilidad urbana, evitando los atascos del tránsito al ofrecer rutas alternativas

Para el sector del agro, el uso de IA en el monitoreo de cultivos en tiempo real permite identificar enfermedades antes de tiempo y optimizar el uso de agua y fertilizantes; aumentando la productividad y reduciendo el impacto ambiental de la agricultura.

Pese a las soluciones innovadoras que ofrece en múltiples áreas, esta tecnología no está exenta de algunos cuestionamientos. Tal es el caso de su capacidad de procesamiento, la cual implica un alto consumo energético; contrarrestando así algunos de los beneficios medioambientales que pretende ofrecer.

Sin embargo, hay empresas tecnológicas invirtiendo en infraestructura de energía renovable y en técnicas de optimización energética para reducir la huella de carbono en los centros de datos. 

Asimismo, la implementación de la IA requiere infraestructura y recursos que no están igualmente distribuidos a nivel global, lo que aumenta la brecha tecnológica entre países desarrollados y en desarrollo. Además, el uso de IA plantea cuestiones éticas, incluyendo la privacidad de datos, el potencial sesgo en los algoritmos y la autonomía de decisiones críticas. Para mitigar estos riesgos, Organizaciones internacionales y gobiernos están trabajando en la creación de normas y guías para el uso responsable de la IA.

Frente a este panorama, la Inteligencia Artificial es una herramienta poderosa para los desafíos actuales, que ofrece una oportunidad sin precedentes siempre y cuando seamos responsables en su uso y aplicabilidad para construir un futuro más sostenible.