Milei domina la escena

En los meses más duros de la economía argentina, tal cual lo había anunciado meses atrás el Presidente Javier Milei, la escena política nacional continúa dominada por el líder libertario. Todos los encuestadores coinciden que su imagen no cayó, al contrario, se sostuvo en los niveles de diciembre, al momento de su asunción.

El electorado/ciudadano tiene diferentes opiniones respecto a las decisiones que ha tomado el Presidente a lo largo de estos casi cinco meses. En muchos temas no coincide con el mandatario. Sin embargo, la figura presidencial continúa en niveles muy altos. Es el dirigente argentino con mayor imagen, casi rozando el 50%.

Hay varios componentes para entender este fenómeno contemporáneo. Primero, la proximidad con la elección ganada por Milei.

Ninguno de sus votantes dice sentirse arrepentido, eso significaría admitir un error. Si hay alguno arrepentido, no lo dirá en este tiempo. Dos, el tiempo de gestión es muy breve pese a la velocidad de las medidas que tomó. Son apenas 5 meses de un total de 4 años de gobierno. Tres, la sociedad continúa con expectativa de mejora, incluso muchos de los que no lo votaron. Cuatro, el hartazgo de gran parte de la población con la política tradicional permite que el hándicap con Milei sea mayor. Cinco, hay una creencia generalizada de que “no mintió”, que dijo “la verdad” respecto a las medidas económicas que tomaría y las cumplió. Seis, la oposición todavía no encuentra el rumbo ni liderazgos tras la derrota en noviembre.

Milei es un fenómeno raro para analizar. No encuadra en ninguno de los paradigmas tradicionales de la política. Sí muestra ideas, conceptos y acciones propias de una clase conservadora que no gobernaba la Argentina desde principios del siglo XX. Es liberal en lo económico, conservador a ultranza en lo político.

Sin embargo, logró identificar el enojo de la sociedad con la dirigencia, a la que llamó “casta”, sumado al mal contexto económico de los últimos 10 años, le permitió construir un personaje que parece disruptivo pero que en verdad no lo es tanto si se lo escucha opinar sobre diferentes temas.

Su modo sí es disruptivo, la forma; no así su discurso, el fondo, que es de lo más tradicional que la política pueda señalar. Nos remite a los años pre-peronistas y pre-radicales, cuando una “elite” creía que Argentina era potencia mundial por ser “granero del mundo”, aunque que en realidad nunca lo fue. Y Milei, más de 100 años después, lo repite hasta en el Congreso Nacional pese a la inmensa evidencia empírica que así lo demuestra.

Por eso el fenómeno es extraño. Porque su concepción política e ideológica no coincide -seguramente- con la mayoría de la población argentina, sin embargo cuenta con un enorme respaldo. Y -en gran parte- la oposición colaboró en casi una década gobernando mal. El ciudadano común quiere que le baje la inflación, que le alcance el sueldo y caminar por las calles tranquilo. Por ahora nada pasa, al contrario, los problemas se agravaron en cuatro meses de Milei. Empero, la expectativa que lo peor está pasando y lo mejor llegando mantiene en la figura presidencial una esperanza de recuperación económica que ningún dirigente pudo lograr en este tiempo. El resto de las discusiones son fuegos de artificios, que a la mayoría le interesa poco y nada.

Martín Alexis Alanis.