Por un clásico de la villa

Te gustó. Sí, porque es una hamburguesa que me llena de placer. Es completa, tradicional y actual, moderna, con esa sensación de haber puesto lo que hay que poner para que resulte una satisfacción indiscutida.

Claro, es cierto que se puede discutir y mucho, aunque parezca innecesario o banal, las calidades y los componentes de una hamburguesa y sus características. Si gourmet, clásica o lo que fuera. Lo que no se puede dudar es lo que produce.

Fuimos a Bar Margut, Margut Bar, una de las esquinas más históricas de la ciudad de Villa María para la hamburguesa. Por lo menos eso es lo que a mí, a nosotros, nos ha convencido por generaciones.

El espacio gastronómico ha iniciado por fin un camino de renovación, más allá de que ha mantenido su vigencia y tratado de estar a la altura. Esta vez, Diego Bailone le imprimió un estilo más relajado, digamos, y sumado un equipo que intenta respetar los 40 años de historia y ofrecer experiencias acordes a los tiempos.

En este capítulo, la defensa y la reversión de platos aparece como el desafío más necesario de afrontar, además de la decoración y el ambiente que se proponen crear. Es distendido y sin divisiones puede albergar estilos apartados. Pero en los platos, el foco viene a que sepas que vas a poder encontrar eso que te gustaba, pero sabiendo que no es lo mismo, sino una adaptación que no pretende ser poética, pero si fiel y leal a esa tradición, con una vuelta ambiciosa.

Quieren que sepas que vas a aprobar la pizzeta de siempre en sus referentes versiones, las hamburguesas y el menú ejecutivo al que esta zona del centro villamariense acostumbra. Y como adelanto, Lautaro se hace cargo del salón y hace que probemos la presentación de la milanesa a la fugazza, que pronto será parte de la carta. Es una prueba y rinde con creces. 

Al igual que la hamburguesa, viene con papas fritas bastón, de esas que no me fallan, que me gustan, crujientes por fuera, secas, y bien doradas. La hamburguesa es alta, aunque permite que abriendo bien la boca pueda llevar todo eso que presenta al paladar. El queso provolone y un toque de queso azul acompañan muy bien la carne, el tomate, las hojas de lechuga y los morrones.

En conjunto la hacen bien apetitosa y es fácil de devorar, con la promesa y las ganas de volver, por un clásico, por su vigencia y los tiempos de no renunciar a eso que nos gusta.