Accastello domina la escena sin oposición a la vista
A poco más de un año de asumir su cuarto mandato no consecutivo frente a la Municipalidad de Villa María, el intendente Eduardo Accastello domina la escena política sin grandes conflictos internos en el seno del peronismo local ni tampoco con la oposición legislativa y política. Un oleaje calmo que le permite manejar sin sobresaltos la gestión.
Asumió en diciembre del año pasado con números al rojo vivo, al punto que pidió la sanción de la emergencia económica en el Concejo Deliberante. Tras la verificación de deudas y el ordenamiento de la contabilidad, con el paso de los meses los números cambiaron de color: de rojo a naranja. Tal vez ya estén en amarillo. En varias entrevistas afirmó que podría levantar la emergencia en este 2025, lo que supone números en verde.
El desaguisado de la gestión anterior en materia económica es cosa del pasado, aunque se aguarda la publicación de la auditoría contable. No solo significa el estado de situación de la Municipalidad de Villa María a diciembre de 2023, sino tal vez el re-inicio del conflicto con el gillismo.
Un sector muy golpeado tras la salida de la gestión municipal, por el mal manejo de las cuentas públicas, pero además por la imputación y elevación a juicio del propio Martín Gill en una causa por violencia de género. El hecho sucedió en momentos de la intendencia de Gill y la Justicia confirmó el juicio oral semanas atrás (incluso se fue del Ministerio de Cooperativas y Mutuales de la Provincia).
Por ahora, Gill se muestra en las redes sociales apoyando la gestión del gobernador Martín Llaryora. Ese gesto lo ubica aún dentro de la estructura del peronismo de Córdoba. En efecto, sus concejales en Villa María no tienen margen para romper el bloque, o si lo hicieran con una escisión, tampoco podrían votar en contra. En el peronismo se vota como manda el líder del espacio, no hay lugar para héroes ni díscolos.
Ahora, ¿la publicación de la autoría podría generar conflictos internos? No lo creo. Son dos espacios políticos que no dialogan, que se muestran refractarios, donde el único espacio de encuentro es el Concejo Deliberante. Allí no hay margen para diferencias en función de lo explicado anteriormente. Los ediles gillistas votaron siempre con el accastellismo más allá de algunas diferencias que no salieron a la luz. Fuera de este escenario particular, no hay vínculo ni nada parecido.
Por eso, Accastello navega en aguas tranquilas. Si se le presenta algún conflicto de esta índole, de carácter interno, con impacto en el deliberante, sabe cómo solucionarlo. Apenas es un llamado al Panal. Además tiene un buen vínculo con Darío Capitani, su último rival en las urnas. Ambos se han elogiado en público en varias ocasiones. Cada uno atiende su juego, aunque no se avizoran focos de conflicto ni entre ellos ni entre sus dirigentes. Al contrario, el camino va en otro sentido. Veremos con el paso de los meses.
El radicalismo, con el recambio de autoridades, busca reinventarse y el Frente Cívico espera la definición de Juez. De la resolución provincial de ambos partidos se verá el trabajo local de cara a este año de elecciones legislativas nacionales y pensando luego en 2027. ¿Habrá lugar para los libertarios? ¿O los conducidos por Milei tendrán su propia lista en Córdoba?
Solo Manuel Sosa, de Unido Villa María, se muestra como un acérrimo opositor. Prácticamente se opone a todo en el Concejo Deliberante. Le sirve para consolidar un núcleo duro antiperonista, pero difícilmente para construir una mayoría pensando en 2027. Por ahora incomoda poco al oficialismo, que ya ni le responde sus acusaciones.
Vuelta al principio. Accastello no tiene oposición y tampoco le conviene crearla en este tiempo. Maneja la gestión con tranquilidad, más allá de algún que otro conflicto o inconveniente que pudiera tener propio de trabajo diario en una ciudad de 100 mil habitantes.
Además es verano, la mayoría se desconecta y piensa descansar. También se viene el recorrido peñero y el festival. La política entra en un impasse durante varias semanas.
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