Debates y perspectivas de una economía mundial incierta
Las economías emergentes están cumpliendo un papel preponderante en un mundo donde las desarrolladas parecen encontrarse en un perdurable estado estacionario. Dentro de este conjunto de economías emergentes es imposible realizar un análisis dejando de lado la economía China no solo por la importancia que su impulso imprime a la economía mundial, sino también, por el impacto que la misma posee sobre economías en desarrollo.
Según un trabajo del Banco de Inversión BNP Paribas del año 2011 la economía del gigante asiático igualaría en términos de producto bruto a la economía americana para el año 2025 y la doblegaría para el año 2050. Lo anterior se presentaría en un contexto en el cual economías desarrolladas como Japón, Reino Unido o Alemania perderían lugares frente India, Brasil, Rusia y México.
Algún tiempo después en el año 2012 el banco de inversión Goldman Sachs indicó que en términos de producción bruta per cápita, en el año 2025 dicha variables serían de aproximadamente U$S 60.000 al año para los Estados Unidos mientras que China alcanzaría valores levemente por debajo de los U$S 10.000. Pero, 25 años después, dicha variable pasaría a U$S 90.000 para Estados Unidos (+50%) mientras que para China su valor se acercaría a los U$S 50.000 (+400%). En este mismo sentido en el año 2014 el Fondo Monetario Internacional determinó que, en términos de Paridad de Poder de Compra, China se encuentra en valores similares a los de la economía americana.
Más allá de estas estimaciones y/o proyecciones realizadas, la pregunta válida a formular es si ya es posible descontar que China será la nueva locomotora de la economía mundial o, aún, se discute su liderazgo. Al parecer la potencialidad de la economía China es una realidad innegable pero, a pesar de la misma, las cosas no resultan tan transparentes para el mundo financiero. En el último informe elaborado por Goldman Sachs en el corriente años, referido al gigante asiático, los resultados distan de ser tan exitistas. Titulado “Walled in: China´s Great Dilema” los técnicos del banco presentan una hipótesis de trabajo menos optimista. Según los mismos la economía China está encerrada en un dilema complejo. Para que esta última pueda acceder a los resultados antes expuestos es necesario que se implementen un conjunto de reformas de cara al futuro.
Entre las más importantes se destacan el paso gradual de una economía con gran perfil en los pilares exportador-inversor a otro en el que el consumo interno ocupe un rol de mayor preponderancia, liberalización de los mercados financieros, reforma fiscal y reforma agraria. A esto último se le suman un conjunto de aspectos que son de relevancia como problemas demográficos, reducida calificación en capital humano, indicadores medioambientales desfavorables y condiciones de negocios que no cumplen con todos los parámetros deseados. Tomando en consideración lo anterior, según el banco, el gigante asiático se encuentra acorralado entre las opciones de llevar adelante un programa estructural de reformas que, de implementarse en forma acelerada, repercutirá negativamente en la ya menguada tasa de crecimiento, o bien, no realizarlas o hacerlo en forma muy gradual conduciría a poner en duda la posibilidad de éxito de las reformas ampliando la inestabilidad.
A las características reseñadas anteriormente sobre el mundo emergente se le suma la situación de “liquidity trap” (trampa de la liquidez) en las que se encuentran las economías centrales y la imposibilidad manifiesta que se les presenta para dinamizar el crédito, la inversión y el consumo a pesar de mantener la tasa de interés en cero. La política monetaria de estos países parece mostrar sus límites como instrumento para recuperar el dinamismo perdido al tiempo que aparecen datos que indican, para EEUU por ejemplo, niveles de productividad por debajo de su tendencia de largo plazo.
Todo lo anterior no hace más que agregar incertidumbre a una economía mundial que muestra indicadores económicos ralentizados y no deja ver con claridad tendencias de mediano y largo plazo. Estamos ante una economía mundial cautelosa y poco dispuesta a tomar riesgos.
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