El acercamiento de Argentina a la Alianza del Pacífico
Argentina se incorporó como miembro observador de la Alianza del Pacífico (AP) en mayo del presente año. Este hecho fue interpretado como un giro en la política exterior de Argentina y un acercamiento a países fuera del Mercosur. Ya en 2013, la AP fue descrita por Evo Morales como un esquema geopolítico de Estados Unidos para oponerse a los gobiernos progresistas latinoamericanos. También se la ha relacionado con una forma de hacer contrapeso a Mercosur e incluso se la ha relacionado con la vuelta del Consenso de Washington a América del Sur. Para aclarar un poco el panorama, se describirá en qué consiste esta alianza, cuáles son sus alcances, en qué se diferencia con Mercosur y qué beneficios puede tener una futura incorporación de Argentina como Estado miembro.
La AP se enmarca dentro de los llamados procesos de integración regional y fue fundada en 2011 con la Declaración de Lima. Todos sus miembros plenos son miembros fundadores. Ellos son: Perú, Chile, Colombia y México. Busca de una forma progresiva alcanzar la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas a la vez que busca desarrollar las economías de sus miembros y aumentar su competitividad. Para dejar clara su orientación, la AP pone como requisito para el ingreso, además de la democracia y un Estado de Derecho, la vigencia del libre mercado en el país miembro. Probablemente Argentina como aspirante deba hacer algunos ajustes a favor del libre mercado para lograr una futura adhesión como miembro pleno.
Respecto al Mercosur, su principal diferencia es lo cerrado y sustituidor de importaciones de éste y lo aperturista y libre mercadista de la AP. En este momento, Mercosur se encuentra en una crisis debiendo llevar a cabo un proceso de reinvención y AP está expandiéndose. No hay una real oposición y la lógica indica que ambas integraciones deben tenerse en cuenta por separado ya que difieren en sus fines. Mercosur, como una unión aduanera que busca una integración estructural y AP como un acuerdo de libre comercio en el cual los países miembros pueden negociar individualmente con otros bloques o países.
Si se tiene en cuenta la perspectiva del libre comercio, hay criterios que determinan la conveniencia de una unión aduanera. Mercosur pareciese cumplirlos a todos (área económica grande, sustituibilidad de los bienes producidos, entre otras). Sin embargo, los problemas que acarrea surgen de la no gradualidad de la integración, por un lado, y de la diferencia entre teoría y práctica por el otro. Mercosur se plantea como unión aduanera, pero en la práctica no se ha alcanzado plenamente ni siquiera la eliminación de aranceles entre los Estados miembros (requisito que forma parte de una fase anterior en la integración económica como es la zona de libre comercio). Mercosur debe rever si conviene plantearse instituciones propias y coordinación de políticas económicas que son propias de altos grado de integración (como Parlasur o Secretaría Permanente) cuando todavía no está establecida la zona de libre comercio en el bloque permaneciendo aún barreras arancelarias entre los miembros.
La mayoría de los países de la AP son productores primarios (salvo México) con poco valor agregado lo que hace propicia para Argentina la integración debido a que mientras mayor sustituibilidad tienen los bienes producidos mayor es la conveniencia. A su vez, AP es una zona de libre comercio y en la práctica se viene mostrando como tal eliminado aranceles entre miembros desde su formación y evitando la institucionalidad y estructuras formales. Los beneficios de una futura adhesión derivan del bioceanismo. La vinculación del Atlántico y el Pacífico es provechosa, esta última es la principal cuenca comercial y de desarrollo del mundo. Mirar a los mercados orientales y un aumento del comercio con los miembros de AP lograría un aumento de las exportaciones argentinas. Dicho aumento se traduciría en un ingreso importante de divisa tan necesitado.
No debe oponerse Mercosur a AP. Sus orígenes y fines difieren. Una no viene a destruir a la otra. Será beneficioso para Argentina efectivizar una y lograr un acercamiento a la otra para mejorar la posición en comercio exterior. Cada integración debe ser tratada por separado y ambas pueden trabajar en conjunto para mirar el mercado asiático y desarrollar nuestras economías. No debemos dividir a Sudamérica forzando que una mitad mire al Pacífico y otra al Atlántico. Debemos entenderla como un corredor bioceánico y aprovechar los grandes beneficios que ello conlleva.
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