Con números en baja en todas las encuestas, caída en la confianza reflejado en el habitual informe de la Universidad Torcuato Di Tella, conflictividad en las calles y una economía que no termina de despegar, el Gobierno de Javier Milei vive horas decisivas de cara al futuro. No depende solo de su accionar, sino de otros también.
Y cuando hablo de otros me refiero al Fondo Monetario Internacional (FMI). El 2025 tendrá dos momentos políticos-económicos centrales. Un antes y un después para la gestión libertaria. En el primer semestre, cerrar un acuerdo que inyecte dólares al Banco Central y terminar con la quema diaria de reservas para sostener el dólar barato. Ya el ministro de Economía, Luis Caputo, adelantó que negocian un préstamo por 20 mil millones de dólares.
El otro momento, sin dudas, las elecciones legislativas de octubre, en el segundo semestre. La fortaleza o debilidad del gobierno de cara a los dos años que le faltan para completar el mandato estarán marcados no solo por la cantidad de diputados o senadores que obtenga en cada una de las provincias, sino por el caudal electoral que logre en la sumatoria total.
Los sondeos marcan una leve ventaja en el total nacional de los libertarios sobre el peronismo. Alrededor de 36 a 32. Muy lejos el resto de los partidos como la UCR y el PRO. Sin embargo, dado que no es una elección centralizada como presidente y vice, cada provincia tiene sus particularidades. En el caso de Córdoba, el peronismo tiene su fortaleza con Hacemos Unidos por Córdoba, estructura separada del PJ nacional.
El foco estará puesto en la estratégica provincia de Buenos Aires, que concentra casi el 40% del padrón. Quien gane allí se lo anunciará como el vencedor nacional pese a que -tal vez- el partido obtenga menos bancas y menos votos en el total nacional. Ya pasó en 2009. En ese momento, el “colorado” De Narvaez le ganó a Néstor Kirchner en Buenos Aires y fue el gran triunfador de aquellos comicios. No obstante, a nivel nacional el peronismo sacó más votos que la oposición. Le podría suceder lo mismo a Milei ya que su candidato en territorio bonaerense es José Luis Espert, que está 10 puntos debajo de Cristina Fernández.
Lo primero que necesita el Gobierno para llegar fortalecido a las legislativas es dólares. Un acuerdo con el FMI podría calmar la salida de divisas del Banco Central y frenar las presiones devaluatorias. El dólar oficial calmo se le hace cada día más insostenible ante la falta de divisas y la ansiedad de los operadores. Todos los dólares subieron, el blue ya superó los 1300 pesos y se agranda la brecha.
La idea del gobierno fue sostener el tejido de múltiples dólares hasta las elecciones y liberar el cepo en 2026. Hoy todo está atado con alambre y nadie sabe a ciencia cierta cuál es la decisión final. Un acuerdo con el FMI traería dólares y certidumbre. Por eso el anuncio anticipado de Caputo, con cifras concretas. Otra vez la deuda se extenderá y los que vienen tendrán que pagarla o seguir estirando los pagos. Argentina es el principal deudor del FMI con el 40% del total de los préstamos vigentes por el organismo.
Si cierra este acuerdo entre abril y mayo, como aspira el gobierno, tras la aprobación del DNU en Diputados, el siguiente paso será retomar la confianza de los mercados y consumidores, volver a centrarse en la microeconomía para recuperar actividad y poder adquisitivo, y así llegar más robustecido a las elecciones nacionales en octubre. Si no les tiende una mano a trabajadores, cuentapropistas y jubilados, con mejores ingresos, difícilmente baje la conflictividad social que se vio en las calles en las últimas semanas.
Un traspié electoral lo puede dejar en la cuerda floja desde el punto de vista político. Con plata pero sin respaldo político-social la ecuación también sería complicada. Ya le pasó a De la Rua luego de negociar el Megacanje con el FMI. La oposición le está ganando las calles y se empareja en las redes sociales. No puede perder las elecciones, el gobierno lo sabe bien. Deberá obtener resultados en ambos frentes, con el FMI y con los ciudadanos. Sin el primero se le cae la economía, o el “modelo” que pregonan Milei y Caputo; sin lo segundo, la sociedad le pondrá un límite difícil de sortear.
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