Si bien es muy incipiente, y los datos de mejoras en algunos sectores de la economía son intermensuales, ante el derrumbe de la comparación interanual, se permite mirar el futuro con expectativa. Las proyecciones de crecimiento para 2025 rondan el 5% del PBI. Tal vez sería un empate o levemente superior a este 2024, donde la retracción rondaría el 5%. Está claro que el cambio de paradigma económico tras la asunción de Javier Milei en la Presidencia es notorio. Están los defensores o los detractores del modelo, los que apoyan y los que cuestionan, pero resulta difícil encontrar los indiferentes en la opinión. Un simple comentario al pasar permite vislumbrar lo que la gente piensa de este nuevo modelo económico y social que no lleva ni un año.
El debate es constante y el trabajo de la población también. Argentina es un país emprendedor, trabajador, siempre salió adelante a partir del esfuerzo diario de su gente. A veces las políticas económicas ayudaron más, otras menos. Pero el ciudadano común se levanta todos los días para “poner el hombro” más allá del contexto. Y se ve cada día. Por eso hay un enojo generalizado de la población con la política. No de ahora, de muchísimos años.
Porque mientras la inmensa mayoría enfoca su vida en el trabajo, en la familia, en salir adelante, en el progreso personal y colectivo, la política está en su propio mundo. Discutiendo sus miserias y pensando en 2025, en el mejor de los casos, con las elecciones legislativas; y otros en 2027, cuando se discutan candidaturas ejecutivas. Y más grave aún es leer chicanas, cruces, insultos, ataques a través de redes sociales de los máximos referentes políticos del país con una bajeza impropia de la autoridad que representan.
Caso concreto, Milei versus Cristina; Cristina versus Milei. Milei sembrado dudas sobre el título de abogada de Cristina; Cristina respondiendo que lo puede mostrar, pero le retruca si él puede mostrar su perro vivo. Milei acusando de “ladrones” a todo el kirchnerismo y diciendo que le pondría el último clavo del cajón al espacio “con Cristina adentro”. Ambos escribiendo largos textos respondiéndose entre sí. ¿No tienen cosas más importantes para hacer? ¿No podrían ayudar desde otro lado? Milei en la gestión del país, claramente. Es el Presidente de la Nación y no puede estar horas y horas “twitteando” y “retwitteando”. Y Cristina, que hoy no tiene cargos públicos, en su rol de referente opositora, más allá de la interna del PJ, que no le interesa a nadie, no podría generar una alternativa política y proyectos superadores que luego sus legisladores vuelquen en las cámaras.
Si todos los argentinos de a pie ponen sangre, sudor y lágrimas todos los días para salir adelante, piensen como piensen ¿cómo la clase política no va a tener ese gesto de grandeza? Y cito el caso de Milei y Cristina porque es el más obvio de este tiempo. Pero esas mismas miserias aparecen estamentos más abajo. Pasa a nivel nacional, provincial y local.
La gente común no se merece ese nivel de discusión. Es un momento crítico. Con niveles de pobreza que nos recuerdan los primeros años de este siglo. ¿En serio que el “show” de las redes sociales, que el papel de “influencers” les interesa más que la calle, que la gestión, que generar ideas? Hay muchos buenos dirigentes y hay que imitarlos. Seguir los buenos ejemplos. Sobre todo intendentes, funcionarios de base que la luchan todos los días para sacar a sus comunidades adelante. Aquellos con responsabilidades mayores imiten ese ejemplo, además del ejemplo diario del que se levanta todos los días para poner un plato de comida en su casa. Esos héroes anónimos que engrandecen la patria sin poner una foto en las redes sociales para esperar un millón de like. Allí la economía seguramente va a mejorar y también la calidad de las discusiones políticas. Sino es “fulbito” para la tribuna que al ciudadano común no le mejora ni un ápice de su vida.
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