El gobernador de Córdoba Martín Llaryora afirmó en una entrevista con un canal porteño que “Cristina atrasa”, que “no le hace bien al peronismo” y hasta expresó -con sorna- que el repunte del Presidente Javier Milei en las encuestas “es simplemente por la aparición de Cristina en el PJ”.
Las declaraciones resonaron a nivel nacional y dejaron en claro -una vez más- que el PJ cordobés no se acercará a la conducción nacional mientras el kirchnerismo domine el partido más importante de Argentina. Ahora, más allá de la política, las chicanas y los posicionamientos, analicemos el contenido de la frase de Llaryora para saber su veracidad (o no) y su precisión (o no).
Milei venía cayendo en las encuestas. Eso sí es cierto. Lo publicamos en Claves. Su imagen negativa superaba a la positiva según la mayoría de los sondeos. El conflicto universitario y el veto a la recuperación de las jubilaciones habían impactado en el líder libertario.
En ese momento se “blanquea” la intención de Cristina de ser presidenta del Partido Justicialista. Temporalmente hay coincidencia en lo que señala Llaryora. Aunque es difícil medir si hay incidencia directa como afirma el mandatario cordobés, pero podría ser una hipótesis válida.
También podríamos suponer que Llaryora está fuertemente influenciado por el electorado cordobés, históricamente anti-kirchnerista. En la provincia de Buenos Aires, bastión del peronismo, la realidad es otra y Cristina muestra mejores números de imagen e intención de voto pensando en 2025. De la misma manera que al kirchnerismo le es imposible penetrar masivamente en el votante cordobés, al PJ cordobés -con sus históricos dirigentes José Manuel De la Sota, Juan Schiaretti y ahora Llaryora- le cuesta llevar “el modelo” a otras provincias, sobre todo Buenos Aires que concentra el 40% del padrón nacional.
A Milei la economía (al menos la macro) le sonríe. También números de la micro comienzan a evidenciar mejoras intermensualmente. Se aguarda un 2025 de fuerte crecimiento en diferentes sectores. La incógnita continúa siendo el salario de formales e informales, que se recupera muy lentamente tras la devaluación de diciembre-enero.
Esta semana se conocieron datos de crecimiento del uso de la capacidad instalada, que subió un punto en septiembre en relación a agosto; el riesgo país bajó a niveles de julio de 2019; el Banco Central realizó la mayor compra de dólares en un día (240 millones de dólares); las reservas brutas superaron los 30 mil millones de dólares; el comercio subió 2,9% en octubre; la construcción 2,4%; y la inflación perforó el piso del 3% para ubicarse en 2,7%.
El humor social está ligado directamente al bolsillo, o las expectativas. Si bien la economía real no siente la fiesta de los mercados financieros, el ordenamiento de la macroeconomía debería traer mejores resultados en la microeconomía en los próximos meses.
Se estima un crecimiento de 3 a 5% para 2025. Algunos sectores ya perciben la mejoría, otros nunca la sintieron y la mayoría aun la está esperando. Allí están ambas cosas. El bolsillo y las expectativas. La paciencia que los argentinos le tienen al gobierno de Milei le permite jugar con los tiempos y las expectativas de un porvenir mejor.
Si además, enfrente aparece Cristina Fernández de Kirchner, que conserva un núcleo duro de 30% de apoyo, pero que le cuesta romper ese techo, le permite también a Milei robustecerse políticamente no en su núcleo duro, que lo conserva, sino con aquellos independientes que supieron elegir al kirchnerismo en 2019, pero que en 2023 cambiaron de opción política ante el desastre económico que dejaron los Fernández.
Milei eligió a Cristina como rival, Cristina lo eligió a Milei. Le ratificaron la condena a Cristina por corrupción, Milei le sacó su jubilación. La expresidenta le responde todo y así se retroalimenta. Por ahora, el beneficiado de este “jueguito” es Milei. Llaryora tiene razón en este aspecto. Lo ayuda una economía que empieza a entregar señales positivas. Esa es su fortaleza, más allá de lo que haga o no haga Cristina.
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