La pregunta es concreta, directa: ¿Quién conduce la oposición en Argentina? Y -tal vez- la respuesta también es directa y sencilla: nadie. El presidente Javier Milei domina la escena sin sobresaltos y el conglomerado opositor variopinto hoy está lejos de crear una atmósfera política preocupante para el oficialismo.
No obstante, respaldemos esta apreciación de sentido común y de mera observación en datos concretos. Y, en estos casos, nada mejor que citar una encuesta nacional. En el ranking de peores imágenes negativas aparecen los opositores, fundamentalmente los kirchneristas y afines.
La encuestadora Opinaia relevó durante el mes de junio 1000 casos, con un margen de error de +/- 3,3%. Allí preguntó sobre las imágenes positivas y negativas de 28 dirigentes. A los oficialistas les fue bastante bien, a los opositores muy mal. En el medio quedaron algunos, que ya repasaremos. El dato nos permite observar la actual crisis de representación de la oposición a partir de las malas o pésimas imágenes de sus principales referentes.
Entre los 28 medidos, en los últimos lugares figuran los referentes de Unión por la Patria, principal partido opositor (segundo en las elecciones 2023, primera minoría en Diputados y Senadores).
El último es el diputado Máximo Kirchner, con un diferencial de -53% (73 de negativa, 20 de positiva); le siguen Sergio Massa -41 (69 a 28); Cristina Fernández de Kirchner -38% (68 a 30); Juan Grabois -34% (60 a 26); y Axel Kicillof -34% (65 a 31). Justamente, este último es el mejor ubicado del universo kirchnerista y afines.
El gobernador de la provincia de Buenos Aires pica en punta para competir por la presidencia en 2027, pero sus números están lejos de acompañarlo. Tampoco hay un operativo clamor dentro del peronismo y nadie arriesga nada a un año de las elecciones legislativas y a tres de las presidenciales.
Obvio que Kicillof no conduce, tampoco el resto. Sí -tal vez- hacia el interior de sus espacios junto a CKF y Massa, aunque lejos están de interpelar al resto de la población en estos momentos. Veremos más adelante.
El peronista mejor “rankeado” en esa encuesta es el cordobés Martín Llaryora. Tiene un diferencial negativo de 12 puntos, con -34/+22, pero es alto aun su nivel de desconocimiento a nivel nacional. Es un potencial candidato si en tres años decide jugar en el plano nacional. Tiene mucho por crecer.
El resto de los 22 dirigentes medidos pertenecen a La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio (Pro y radicales). Solo tres con un diferencial positivo en sus imágenes, el resto negativo pero con una brecha mejor que los dirigentes del peronismo K. Al ranking lo lidera Victoria Villarruel con un saldo a favor de 8 puntos (+50/-42), le siguen Patricia Bullrich con 7 puntos (+52/-45) y Javier Milei con 5 (+51/-46).
En el medio -entre los mejores y los peores- aparecen dirigentes como Guillermo Francos +32%/-36%; José Luis Espert +33%/-42%; Luis Caputo +38%/-49%; Martín Menem +27%/-46%, entre otros.
No solo en la (mala) imagen per se de los dirigentes opositores se puede explicar el dominio actual del oficialismo, sino también en la imagen positiva que conservan las principales espadas del Gobierno nacional. Esa es una foto del momento, que puede cambiar con el correr de los meses. Hay sobrados ejemplos de dominios consolidados, que luego se convirtieron en “mochilas de plomo” para los espacios políticos. No hace falta ir muy atrás en el tiempo.
Volviendo a la pregunta inicial. ¿Quién conduce a la oposición? La respuesta es la misma que al principio del texto: nadie. Y nadie la conducirá hasta las presidenciales 2027. El electorado puede sentirse más opositor que oficialista, como ya revelan algunas encuestas, pero no hay liderazgos que lo canalice.
El año próximo las batallas electorales serán provinciales, más allá que el resultado final configure un nuevo Congreso Nacional. Sí podría alumbrar alguna representación tras los comicios, si algún distrito en particular se destaca por sobre otros; o el espacio político que haya obtenido mayor cantidad de bancas en el total nacional reconoce un liderazgo con vocación presidencial. Por ahora, y ante el escenario actual, difícilmente suceda. Milei transita en aguas calmas en lo político, no así en lo económico donde el frente de tormenta sigue con riesgos de viento y granizo.
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