El presidente Javier Milei ya viene repitiendo en varios de sus discursos acerca del rol que el Estado tendría en el proceso de reactivación y crecimiento de la economía argentina. Fue muy claro al decir que no habrá un estado planificador ni promotor de la actividad privada. Señala al sector privado como responsable la recuperación económica. De esta manera apuntó, sin dudas, al sector empresario. A quienes a través de sus inversiones y gestiones pueden influir en la actividad económica del país, sin necesidad de la ayuda del Estado.
Milei expresó que desde su administración se harán las reformas y acciones necesarias para establecer una economía estable y predecible, con un Estado equilibrado financieramente, tratando de disminuir la carga impositiva y una emisión monetaria controlada.
Si además consideramos que el ex jefe de gabinete en su presentación en el Congreso apuntó a “los dólares en el colchón” que tienen los argentinos como necesarios para financiar el crecimiento, está claro para el gobierno quiénes y de dónde saldría el dinero para crear una Argentina en crecimiento: el sector privado.
Esto que parece bastante simple es todo un cambio de paradigmas en la economía de nuestro país. Durante décadas el Estado ha sido promotor de la actividad económica. De manera directa a través de algunas empresas estatales y de forma indirecta a través de subsidios, promociones, créditos, etc. al sector privado.
Esto nos plantea dos temas: la gestión en la actividad privada y la financiación de las actividades e inversiones futuras. Podemos acordar o disentir con lo expresado por el gobierno, lo que no podemos hacer es ignorar esta realidad que a los argentinos se nos avecina.
Desde nuestras columnas hemos repetido insistentemente que Argentina no es un país pobre, que sus habientes tienen reservas en efectivo en dólares de una magnitud muy importante en términos globales.
Además, contamos con recursos naturales y capital humano en cantidad y calidad. El gran problema es que no hemos hecho un uso eficiente y acabado de dichos recursos en las últimas décadas. Y sistemáticamente hemos ocultado nuestros ahorros por razones de desconfianza en los gobernantes y la situación argentina. Es imposible que un país avance con semejantes gestos de la sociedad y sus gobernantes.
Si se genera la confianza necesaria en relación al marco económico dando previsibilidad en relación al futuro, no quedarán más excusas para invertir, trabajar y utilizar nuestros ahorros de manera productiva para que Argentina se levante y crezca. Nadie vendrá a invertir en un país donde sus propios habitantes no lo hacen. Y no hay salida sin ahorros gestionados institucionalmente e inversión genuina y productiva. Ni más ni menos que eso.
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