En un mundo marcado por la pandemia en donde las contrariedades no cesan, WhatsApp ha incorporado a su servicio de mensajería, la posibilidad de acelerar los audios, con un objetivo que personalmente considero cuestionable.
Primero, porque perdemos parte de nuestra identidad, nuestra voz es una de las cualidades que nos distingue del otro, con ella nos comunicamos, nos expresamos, demostramos emociones, nos reconocemos y reconocemos al otro en la diversidad, en la pluralidad, somos capaces de saber qué pasa detrás de lo verbal.
Segundo, porque nos han convertido en robots, escuchamos voces que no son reales, todo suena igual.
Tercero, dónde va aquella información que se obtiene a través de este nuevo sistema, porque si bien existe la versión de los mensajes cifrados, las dudas son muchas respecto a esto.
Cuarto, tarde o temprano nos acelera aún más, porque uno va a tender a hablar como escucha. En la vorágine en la cuál estamos inmersos, lejos de ayudar a unirnos desde la comunicación vamos a perder detalles que no son sólo eso. Ya vivimos en un mundo en donde las 24 horas resultan escuetas, para qué acelerar aquello que forma parte de nosotros.
Detrás de un audio, hay muchas cuestiones en juego. Algunos sólo envían para informar, otros para contar, otros para descargarse…en fin, objetivos hay tantos como personas en el mundo, pero lo preocupante, al menos para mi es esta aceleración, el perder el contacto real con el otro.
Considero que lejos de ser una herramienta que traiga alguna solución, nos cambiará aún más el ritmo. Habrá quienes me podrán decir que hay gente que manda audios muy largos, si…existen! Pero si lo hacen es porque tienen cosas que contarnos, que expresarnos. Cuál es la verdadera intención detrás de esto, en qué nos facilita la vida. Cabe mi pregunta ¿Qué hacen con los segundos o minutos que “ganan” acelerando los audios?
Tiempo atrás nos alegrábamos por la posibilidad de realizar videollamadas a través de WhatsApp, no pasó mucho tiempo de eso…ahora hay quienes se alegran por la nueva versión…estamos perdiendo ciertos ejes comunicacionales, en lo cotidiano en donde todo tiene que ser realizado para el día anterior en donde la virtualidad nos ha perforado la vida y nos ha hecho cambiar completamente la vida, hay quienes eligen por acelerar el mundo que ya está desbordado.
Son estas las herramientas que fundamentan el máximo de rendimiento para las personas, rendimiento que día tras días se asemeja al de un robots, porque si nos figuramos hoy, la mayoría estamos detrás de un monitor ejecutando tareas, algunos de manera automática, otros de manera sobrepasada, pero todos somos robots que emitimos con caracteres información.
La inteligencia artificial avanza, el marketing es bueno “nos soluciona la vida”, pero personalmente creo que nos deja paso a paso sin identidad.
Nuestra voz ya le pertenece a quien detrás del audio decide acelerarnos, despojándonos de todo aquello que nos caracteriza. Cambiaron las reglas de juego entre emisor y receptor, el canal no es el mismo, el código se ha modificado.
Cada uno de nosotros elige 1x, 1.5x 2x…así somos identificados ahora. Yo como profesional de la comunicación elijo seguir dándole a cada quien la identidad, el valor y el tiempo necesario para que la comunicación sea personalizada, marcando la diferencia.